jueves, 15 de noviembre de 2007

El abuelo Arcadio

El abuelo Arcadio

Mi abuelo Arcadio era muy alto. Y olía siempre a limpio, como las ramas de los árbloes en primavera. Tenía los ojos grandes y un poco tristes. Sus orejas, sus manos, su boca y sus pies también eran grandes.
Mi madre me decía con frecuencia:

-Tu abuelo tiene un corazón que no le cabe en el pecho.

Cuando yo era pequeño, esperaba a que se quedara dormido después de comer, leyendo el periodico en su sillón, para ver si se salia el corazón por la camisa o por el chaleco de lana. Pero nunca lo vi.
Sí lo oía respirar tan profundo que el aire en su pecho parecía una tormenta, y por eso roncaba y a veces tosía.

Mi abuelo Arcadio se había venido a vivir con nosotros cuando se murió mi abuela Adela.

-Yo creo que mi padre debe de sentirse muy solo en su casa
-insinuó un dia mi madre.

-Pues que se venga a vivir aquí con nosotros, si quiere - respondió mi padre-.

Podemos preparar una habitacion para él.
Y entre todos convencimos al abuelo de que se trasladase a vivir a nuestra casa
Así estaría más acompañado.
Su habitación estaba junto a la mía. Yo me sentía seguro sabiendo que lo tenía tan cerca de mí. Pasaba mucho tiempo con él. A veces, el abuelo me ayudaba en las tareas del colegio, sobre todo en Lengua y en Sociales. Con él aprendí a conjugar los verbos regulares e irregulares, aprendí a distinguir las clases de sustantivos y de adverbios, aprendí tambien a situar en el mapa los ríos, los continentes, las capitales de Europa y los océanos. Él me enseñó a hacer crucigramas.

Una tarde, después de comer, como de costumbre el abuelo ocupó su sillón, cogió el periódico, lo abrió y se quedó dormido. Yo me acerqué para recoger el periódico de su regazo. Él seguía durmiendo profundamente. Me fui a mi cuarto a preparar unas láminas de dibujo para la clase de Plástica.
Al rato, mi madre entró en mi habtación.
Me pareció que estaba muy pálida, nerviosa.
Tenía los ojos como de haber llorado. Me miró y me dijo:

-Esta noche te irás a dormir a la casa de la tía Aurora.

-¿Por qué?- le pregunté.

-Porque tu padre y yo tenemos que hacer algunas cosas.

-¡Yo me quedo con el abuelo!-repliqué.

-¡Tu te vas ahora mismo a casa de tu tía Aurora y no se hable más!¿esta claro?

Comprendí que no iba a poder convencer a mi madre, así que no seguí discutendo.
Aunque no entendía por qué no podía quedarme en casa.
Otras veces, cuando mis padres salían por la noche o incluso cuando iban de viaje un fin de semana, yo me quedaba con el abuelo.
Con mi tía Aurora estuve dos días.
Cuando volví a mi casa, no estaba ya mi abuelo Arcadio. Su sillón también había desaparecido. Sin embargo, la casa
olía a él

-¿No habréis dejado que el abuelo se vuelva a su casa? -pregunté muy extrañado a mis padres.

Los ojos de mi madre se llenaron de lágrimas. Mi padre se acercó a mí y me abrazó. Ambos guardaron silencio.
De pronto, lo comprenendí todo.
El abuelo ya no estaba con nosotros. Entonces me acerqué a mi madre y ella me estrecho entre sus brazos un largo rato.
Durante mucho tiempo estuve entrando en la habitación de mi abuelo sin atreverme a tocar nada.
Todo estaba en su sitio: sus gafas sobre la mesilla, su reloj de pulcera junto al diccionario que utilizaba para hacer los crucigramas,
su bufanda marrón echada sobre el respaldo de la silla, el retrato de la abuela Adela encima de la cómoda.
En el ropero colgaban sus camisas, sus chaquetas y su abrigo. Yo notaba que él estaba aún allí.
Cierto día, despues de comer, me decidí.
Mis padres estaban recogiendo la mesa.
Fui a la habitacion del abuelo y abrí el ropero con cuidado.
La puerta chirrió. Me detuve unos instantes. Después la abrí del todo y empecé a escudriñar entre su ropa. No sabía bien lo que buscaba en los bolsillos de los pantalones y de las chaquetas.
Su ropa olía como las ramas de los árboles en primavera.
Metí la mano en uno de los bolsillos de su abrigo.
En el fondo encontré un sobre. ¿Qué tendrá dentro? descubrí que en el sobre estaba escrito mi nombre y lo cogí. Estaba muy nervioso. El corazón me golpeaba con tal fuerza que parecía que se me iba a salir del pecho. Cerré el armario. Salí de la habitación y me fui a la mia. Abrí el sobre con cuidado. Saqué la hoja que contenía y leí:

Querido Álex despues de la muerte de tu abuela Adela
tú has sido mi alegría.
Mientras me recuerdes, yo estaré vivo.
No me olvides.

Todavía hoy guardo la carta de mi abuelo Arcadio como mi objeto más preciado.

Y como decía el cuento mientras recuerdes a esa persona que ya no esta contigo siempre estará a tu lado.






4 comentarios:

COLE GUAY dijo...

Parece que te gustó la lectura de hoy. Creo que es un buen comienzo para tu blog. Muy bien Elián.

Mariríah dijo...

Eli, ya veo que por fin pusiste algo en tu blog, te tubo que costar bastante poner el cuento, y... lo se por experiencia propia!

TU COMPAÑERA DE MESA, MARÍA PÉREZ

P.D.:
Espero que encontremos el dueño de essse lápppizz! jkakjakajjka...

aDioS! XD XD ;)

Alejandro dijo...

Hola Eli supongo que te aburrias mucho para tener que copiar todo ese cuento jajajaaajjajaj...
Espero que le pongas mas cosas como ese coche que dijiste.

UN SALUDO, ALE
XD, ;P, :)

Mary C. Rguez. Hdez. dijo...

Elian se ve que eres un muchacho al que le gustan los coches y , además , de lujo. ¡No tienes mal gusto!
Abimael, un compañero de quinto, está haciendo un proyecto sobre "Coches no contaminantes". Si quieres puedes visitar la zona genérica para verlo.