lunes, 10 de diciembre de 2007

Un cuento de navidad

Un día de sol un niño llamado Alex caminaba hacia el parque como siempre, y ahí quedó con sus amigos.

Una vez en el parque decidieron ir a la casa de Alex se quedaron a jugar y al rato los padres de Alex tenían que salir y ellos se quedaron solos después de jugar un rato se echaron a dormir y cuando se despertaron estaba todo blanco, lleno de nieve pero había un problema, la puerta se había congelado y se atascó no podían salir. Se tranquilizaron y llamaron por teléfono a los padres, al rato llegaron y quitaron la nieve de la puerta la lograron abrir y ya se tranquilizaron más los niños después de todo ese jaleo. Armaron el árbol de navidad y cenaron todos juntos. A la noche los amigos de Alex se quedaron a dormir en la casa y así paso otra aventura de Alex y sus amigos.

Cortometraje premiado en berlin

martes, 27 de noviembre de 2007

El cambio climático

El cambio climático cada día es peor el verano pasado hacia mucho frío y este otoño hace calor, y todo esto de debe al cambio climático.

Podríamos disminuir estos cambios intentando no usar tanto el coche o si hay que usarlo intentar compartirlo para que varias personas vayan en un coche.

También podríamos ayudar a disminuir la contaminación siendo más respetuosos con la naturaleza e intentando apagar los electrodomésticos cuando no sean necesario ¡¡RECUERDA!!

No contamines el futuro depende de tí.

CORTOMETRAJE PREMIADO EN BERLÍN

Un hombre compra un pez en la tienda de mascotas, pasa con el pez un montón de tiempo como mejores amigos, pero una noche sueña como era el de pequeño feliz y libré pero por un momento se ve como es actual mente y después va al agua como si estuviera libre pero después se ve que esta atrapado en una pecera, se despierta y se queda pensando que podría significar el sueño y después coge el pez y se lo lleva al lago entonces ahí lo suelta en el agua y el pez y el se quedan libres y felices para siempre.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Mira aqui la hora siempre que quieras.

RelojesWeb para Pisos!

jueves, 15 de noviembre de 2007

El abuelo Arcadio

El abuelo Arcadio

Mi abuelo Arcadio era muy alto. Y olía siempre a limpio, como las ramas de los árbloes en primavera. Tenía los ojos grandes y un poco tristes. Sus orejas, sus manos, su boca y sus pies también eran grandes.
Mi madre me decía con frecuencia:

-Tu abuelo tiene un corazón que no le cabe en el pecho.

Cuando yo era pequeño, esperaba a que se quedara dormido después de comer, leyendo el periodico en su sillón, para ver si se salia el corazón por la camisa o por el chaleco de lana. Pero nunca lo vi.
Sí lo oía respirar tan profundo que el aire en su pecho parecía una tormenta, y por eso roncaba y a veces tosía.

Mi abuelo Arcadio se había venido a vivir con nosotros cuando se murió mi abuela Adela.

-Yo creo que mi padre debe de sentirse muy solo en su casa
-insinuó un dia mi madre.

-Pues que se venga a vivir aquí con nosotros, si quiere - respondió mi padre-.

Podemos preparar una habitacion para él.
Y entre todos convencimos al abuelo de que se trasladase a vivir a nuestra casa
Así estaría más acompañado.
Su habitación estaba junto a la mía. Yo me sentía seguro sabiendo que lo tenía tan cerca de mí. Pasaba mucho tiempo con él. A veces, el abuelo me ayudaba en las tareas del colegio, sobre todo en Lengua y en Sociales. Con él aprendí a conjugar los verbos regulares e irregulares, aprendí a distinguir las clases de sustantivos y de adverbios, aprendí tambien a situar en el mapa los ríos, los continentes, las capitales de Europa y los océanos. Él me enseñó a hacer crucigramas.

Una tarde, después de comer, como de costumbre el abuelo ocupó su sillón, cogió el periódico, lo abrió y se quedó dormido. Yo me acerqué para recoger el periódico de su regazo. Él seguía durmiendo profundamente. Me fui a mi cuarto a preparar unas láminas de dibujo para la clase de Plástica.
Al rato, mi madre entró en mi habtación.
Me pareció que estaba muy pálida, nerviosa.
Tenía los ojos como de haber llorado. Me miró y me dijo:

-Esta noche te irás a dormir a la casa de la tía Aurora.

-¿Por qué?- le pregunté.

-Porque tu padre y yo tenemos que hacer algunas cosas.

-¡Yo me quedo con el abuelo!-repliqué.

-¡Tu te vas ahora mismo a casa de tu tía Aurora y no se hable más!¿esta claro?

Comprendí que no iba a poder convencer a mi madre, así que no seguí discutendo.
Aunque no entendía por qué no podía quedarme en casa.
Otras veces, cuando mis padres salían por la noche o incluso cuando iban de viaje un fin de semana, yo me quedaba con el abuelo.
Con mi tía Aurora estuve dos días.
Cuando volví a mi casa, no estaba ya mi abuelo Arcadio. Su sillón también había desaparecido. Sin embargo, la casa
olía a él

-¿No habréis dejado que el abuelo se vuelva a su casa? -pregunté muy extrañado a mis padres.

Los ojos de mi madre se llenaron de lágrimas. Mi padre se acercó a mí y me abrazó. Ambos guardaron silencio.
De pronto, lo comprenendí todo.
El abuelo ya no estaba con nosotros. Entonces me acerqué a mi madre y ella me estrecho entre sus brazos un largo rato.
Durante mucho tiempo estuve entrando en la habitación de mi abuelo sin atreverme a tocar nada.
Todo estaba en su sitio: sus gafas sobre la mesilla, su reloj de pulcera junto al diccionario que utilizaba para hacer los crucigramas,
su bufanda marrón echada sobre el respaldo de la silla, el retrato de la abuela Adela encima de la cómoda.
En el ropero colgaban sus camisas, sus chaquetas y su abrigo. Yo notaba que él estaba aún allí.
Cierto día, despues de comer, me decidí.
Mis padres estaban recogiendo la mesa.
Fui a la habitacion del abuelo y abrí el ropero con cuidado.
La puerta chirrió. Me detuve unos instantes. Después la abrí del todo y empecé a escudriñar entre su ropa. No sabía bien lo que buscaba en los bolsillos de los pantalones y de las chaquetas.
Su ropa olía como las ramas de los árboles en primavera.
Metí la mano en uno de los bolsillos de su abrigo.
En el fondo encontré un sobre. ¿Qué tendrá dentro? descubrí que en el sobre estaba escrito mi nombre y lo cogí. Estaba muy nervioso. El corazón me golpeaba con tal fuerza que parecía que se me iba a salir del pecho. Cerré el armario. Salí de la habitación y me fui a la mia. Abrí el sobre con cuidado. Saqué la hoja que contenía y leí:

Querido Álex despues de la muerte de tu abuela Adela
tú has sido mi alegría.
Mientras me recuerdes, yo estaré vivo.
No me olvides.

Todavía hoy guardo la carta de mi abuelo Arcadio como mi objeto más preciado.

Y como decía el cuento mientras recuerdes a esa persona que ya no esta contigo siempre estará a tu lado.